Pan para hoy y hambre para mañana

Mucho tiempo se lleva hablando de la posible venta de Atlántica Yield por parte de Abengoa para reducir su deuda o de Santillana por parte de Prisa. En ambos casos esa solución aliviaría parte de los problemas financieros que arrastran ambas empresas. Mucho se ha hablado que esas ventas harían despegar los valores en bolsa, aunque eso estaría por ver. En ambos casos esos son sus dos mejores activos. La pregunta sería ¿es la mejor opción la venta o es solo la última salida que les queda?

En el caso de Prisa la editorial Santillana aporta un 58% de su facturación, lo que supondría alrededor de 275 millones de € de Ebitda . La venta de la parte que posee de ese activo estratégico le reportaría unos ingresos aproximados de 1500 millones de €. El dinero obtenido se emplearía  para saldar deuda ya que de no ser así podría ser ejecutada la empresa. Vistos los números  la venta sería solo para subsistir y dejaría herida grave a Prisa para el largo plazo.

En lo que respecta a Abengoa posee el 41% de Atlántica Yield. Ese porcentaje supone un 25% en los ingresos de Abengoa con un Ebitda de 315 millones de €. La venta, si se produjese, aportaría 1000 millones de €. Esa cantidad se usaría para cancelar parte de la deuda que tiene ahora mismo con intereses muy elevados. Esa cantidad por la venta se obtendría con dividendos incluidos. La venta no sería más que dar una patada hacia delante en la empresa.

Se puede ver que en ambos casos las ventas son para solucionar problemas de corto plazo y que comprometen a la empresa en el largo plazo. La cuestión es cómo se lo tomaría el mercado. En principio ambas ventas serían bien recibidas en el corto plazo aunque muy mal para largo plazo. Se vende una parte muy importante de la empresa para sobrevivir. Ambas empresas han llegado a esa situación al ser la última oportunidad que les queda. En economía doméstica sería como decir que se vende una habitación de la casa para poder seguir viviendo en ella. Se podría seguir habitando la casa pero no sería igual que antes por lo que no podría valer igual. Podríamos llegar a pagar la hipoteca pero tendríamos una casa más pequeña que no valdría lo mismo. 

La pregunta que nos deberíamos hacer es, ¿invertiríamos en una empresa sabiendo que ha tenido que vender una parte muy importante de ella para sobrevivir? Comprometer el futuro por una recompensa inmediata nunca ha sido la mejor opción.  El refranero popular diría que es «pan para hoy y hambre para mañana».

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