1.- Invertir solo el dinero que no se necesita y cuya pérdida se puede asumir. No hay que pedir préstamos para invertir ya que el efecto psicológico pesará demasiado.
2.- Establecer un plazo de inversión y unos objetivos de compra/venta antes de entrar en el mercado, así como la mayor pérdida que se está dispuesto a asumir.
3.- Respetar los stops de protección y lo de beneficios. No hay que permitir que una operación ganadora se convierta en perdedora, cortando rápido las pérdidas y dejando correr beneficios.
4.- Gestionar el capital de manera racional, diversificando cuando sea posible. No hay que apostar todo a la vez ya que si sale mal la catástrofe estará hecha.
5.- Paciencia. Ser paciente trae buenos resultados y muchas veces, cuando no hay una inversión clara, la mejor inversión es la liquidez.
6.- Control emocional. No hay que dejarse llevar por las masas y sus emociones. Es fácil de decir y difícil de ejecutar, pero no hacerlo suele traer los peores resultados y es una de las causas más comunes de la ruina.
7.- Evitar aumentar la posición después de varias operaciones ganadoras. Lo ideal es realizar la inversión de acuerdo al tamaño de la cartera y no dejarse llevar por aumentar más rápido el tamaño de la misma después de haber tenido importantes beneficios.
8.- No promediar a la baja ni “enamorarse” de un valor. Cuando algo va mal resulta más conveniente salir de la misa y buscar otra oportunidad con mejor tendencia.
9.- Considerar la relación Rentabilidad/riesgo a la hora de invertir.
10.- Ser humilde con el mercado y no comportarse de manera diferente después de una buena racha o una negativa. Ni todo es tan bueno ni tan malo.